Toda la vida confinades

Pandemias, memorias y confinamientos

En estos últimos 3 meses hemos sido encerrades en nuestras casas para sobrevivir a una pandemia que ha dejado decenas de miles de muertes. El miedo, la impotencia o la apatía han invadido nuestras vidas, especialmente vulnerables en este contexto. Nos han dicho que éramos y seguimos siendo contagiosas, que la vida de otras personas dependía de nuestro encierro y sacrificio, haciendo de esta primavera una época de cuyas secuelas todavía no somos conscientes.

Las personas disidentes de sexo, cuerpo y género sabemos mucho de pandemias. Hace 3 décadas, sufrimos otra pandemia que nos vulnerabilizó frente al silencio y la falta de empatía. La pandemia del VIH nos hizo sentir contagiosas, vulnerables y con miedo. Pero, ¿sabéis qué? no se decretó ningún estado de alarma, ni luto nacional. No hubo aplausos a las 8, ni corazones verdes. Por el contrario, hubo mucho silencio. Los gobiernos, la iglesia y la opinión pública, lejos de ayudar, nos estigmatizó y culpabilizó por aquellas muertes.

Nuestra comunidad sabe bien lo que es estar confinada. Quizás no siempre en nuestras casas, pero sí somos expertes en vidas enteras en armarios oscuros, pequeños y violentos. La medida de seguridad que todes aprendimos desde bien pequeñes fue la de ser invisibles, y en pocas ocasiones conseguimos aplanar la curva de violencia recibida, violencias que nos dijeron que merecíamos por transgredir la norma. Llevamos toda una vida confinades.

La COVID-19 no es la primera pandemia que sufre el Estado Español. La sociedad y especialmente nuestro colectivo sufrió con sus propias vidas las consecuencias del VIH y de una gestión que en la epidemia de entonces y en la de ahora, ha afectado en mayor medida a las personas más vulnerables: les otres.

Desde el Orgullo Crítico 2020 pretendemos por un lado visibilizar que sigue habiendo ciudadanes de primera y de segunda. Que, al igual que en la pandemia del VIH, muchos cuerpos siguen siendo especialmente vulnerabilizados y muchas identidades siguen siendo especialmente precarizadas, quedándose fuera de las lógicas de un estado cisheterosexista, racista, capacitista y patriarcal. No todes tenemos cabida en su nueva normalidad.

Y por otro, homenajear a otras disidentes que pusieron su cuerpo, su arte y sus vidas en la lucha contra aquella pandemia, como lo hicieron LSD y la radical gay, act-up, la “Carrying society” de Pepe Espaliu, Pepe Miralles y tantas otras.

No estamos dispuestes a tolerar una Nueva Normalidad en la que seguir confinades. Una nueva normalidad en la que nuestros cuerpos, nuestras identidades y nuestras relaciones sigan siendo juzgadas, invisibilizadas y violentadas.

¡Orgullo es protesta, disidencia es resistencia!

22 de junio de 2020
Plataforma Orgullo Crítico Madrid

Fotografías: Álvaro Minguito